12/8/12

Maider Unda, luchadora incansable

Maider Unda consigue la primera medalla olímpica de la historia de la lucha española. La luchadora vasca, de 35 años, se colgó el bronce tras vencer a la bielorrusa Vasilisa Marzalyuk en la categoría de -72kg. Maider finiquitó el combate en dos asaltos, con sendos parciales de 0-1, adjudicándose una medalla que tanto sufrimiento le costó conseguir.

Antes de la Revolucion Rusa, en 1917, Lenin se percató de que el ejército imperial no tenía ningún tipo de formación en el combate sin armas. Por esa razón decidió crear una unidad en su Ejército Rojo que desarrollase la habilidad de luchar contra el enemigo con la única amenaza del cuerpo a cuerpo, piel sobre piel, en un combate primitivo ancestral. Había nacido el sambo, la defensa propia sin armas.

Natural de Olaeta, Maider Unda se hizo luchadora a los 9 años. Fue cuando llegó a Otxandio, un pueblo vecino en el que estudiaba, Félix Oreitia, importador del sambo desde la Unión Soviética al País Vasco. Como un perro lazarillo guió a los niños hacia su gimnasio y les introdujo en un arte revolucionario que causó un boom en Euskadi durante años. A esa tierna edad, la impulsividad infantil les hacía rodar por el tapiz, abrazarse interminablemente entre arañazo y arañazo, gritar de júbilo cada combate vencedor… Desde el principió, Maider se acostumbró a pelear con niños de mayor peso y tamaño, lo cual potenció sus cualidades. La rigidez del entrenador disminuía potencialmente el entusiasmo de los niños, enfrascados en sus volátiles sueños de la noche y la mañana, cansados de la dura disciplina de las flexiones punitivas. Muchos de ellos abandonaron el gimnasio. Una niña resistió el órdago: Maider Unda.

Ya con 20 años, Maider se levantaba cada día a las 6 de la mañana, pero no para entrenar, sino para afrontar su lucha diaria, el ordeño de las 300 ovejas que posee en su caserío familiar en Olaeta. Ayudaba a sus padres, que a día de hoy están jubilados y han delegado su trabajo en sus hijas. Cada año elabora miles de quesos Idiazábal, de la marca Atetxa. Maider lo hacía encantada. Rodeada de los suyos, estaba feliz, oteando un horizonte verde y sinuoso, invadida por el campo, bajo un cielo húmedo y gris.

Se lanzó al deporte como válvula de escape, una forma de soltar adrenalina y liberar complejos a base de poderío y dominancia. La fiebre del sambo decayó y Maider decidió probar en la lucha, un deporte casi anónimo, y como casi todos al principio, vetado para las mujeres. Maider tuvo que aguantar miradas inquisitivas, comentarios susurrantes y carcajadas entre dientes cuando decidió dedicarse profesionalmente a un deporte que en el ámbito femenino, en España, no había salido de su cascarón. No había competiciones, lo cual descorazonaba a todo aquél que deseara progresar en algo, poner a prueba sus cualidades, superar sus barreras. Con 21 años las cosas cambiaron. La Federación de Lucha organizó un campeonato de España femenino. Maider se proclamó campeona en el mayor de los silencios, solamente animada por familiares y conocidos. Solamente había dos participantes y una era Maider. Ganó el combate y el primer título de su carrera.

Ese triunfo supuso un impulso y le sirvió para conocer a Luis Crespo, su preparador actual. En España se convirtió en intocable en su categoría, ganando todos los campeonatos nacionales en los que participó y comenzó a salir fuera a disputar torneos internacionales. Conoció nuevas culturas, nuevas formas de competir y descubrió el poderío de Europa del Este en la lucha libre. Su progresión era evidente y para subir un escalón más en su preparación se trasladó a Madrid, a la residencia Blume, donde nunca se adaptó. Mujer sencilla, de pocas palabras y amiga de sus amigos, se consumía de añoranza tan lejos de su hogar, de su familia, sus ovejas. No le gustaba entrenar con personas desconocidas, su cabeza le daba vueltas y subrayaba el itinerario más corto de vuelta al redil. Por si fuera poco, aparecieron las lesiones. Una bursitis la dejó fuera de combate tanto física como emocionalmente y aceleró su vuelta a casa, a su Olaeta querida. En su casa de piedra disponía de un gimnasio donde potenciaba sus músculos con varios ejercicios de pesas, que se unían a una preparación minuciosa por las mañanas de potencia y por las tardes de táctica y técnica, desplazándose con su técnico a Vitoria. En total, al menos 6 horas de entrenamiento al día.

Se preparó concienzudamente para participar en sus primeros Juegos, en Pekín. Allí consiguió el mayor éxito de la lucha española quedando en 5º lugar. Pero para Maider, luchadora incansable, eso no era suficiente. Quería que un deporte prácticamente desconocido para el público en general tuviera su momento de gloria. No le bastaban las medallas de bronce obtenidas en un Mundial y dos Europeos. Maider concentró sus energías y su tesón para asaltar Londres en el año 2012, cuando ya contase con 35 años, cerca del ocaso de su carrera. Las lesiones volvieron a aparecer, en forma de rotura de menisco y ligamento cruzado anterior. Pero la determinación de hacer algo grande pudo con todos los obstáculos. Maider estaba decidida a luchar por lo que era suyo, el reconocimiento a años de dedicación a un deporte minoritario, como muchos en estos Juegos que durante unas horas tienen sus minutos de gloria, sus renglones en los diarios, sus palabras ante las cámaras.

Para participar en Londres tuvo que disputar un Preolímpico. Disponía de tres oportunidades para clasificarse. Falló a la primera en Bulgaria. A la segunda, en China. Fue en Finlandia, cuando con los nervios a flor de piel, Maider se clasificó para los Juegos Olímpicos de Londres. Sus lágrimas en el tapiz denotaban el esfuerzo realizado, la tensión sufrida. Todo lo que estaba por venir sería un regalo.

En Londres, Maider compitió con determinación y veteranía, con carácter y tesón. Fue derribando rivales, apartándolas de su vista como quien se abre camino por un bosque lleno de vegetación, en busca de algún templo perdido. Se topó con la búlgara Hristova en semifinales, la misma mujer que le había cortado el paso en Pekín. Maider hincó la rodilla, pero no había dicho la última palabra.

Su último escollo sería la bielorrusa Vasilisa Marzalyuk, diez años más joven que ella. “Ya tendrás tiempo de conseguir una de estas”, debió susurrarle Maider, mientras sus cabezas se juntaban en un ejercicio de dominación y supervivencia. El rechinar de los dientes, los gemidos de esfuerzo al intentar un efímero agarre inmovilizador, acompañaban el paso de los segundos. Maider frunció el ceño, recordó su casa de piedra en lo alto del pueblo, sus ovejas, su familia, sus malditos ligamentos. Se imaginó al amanecer, despertando con el alba, entre el olor a leche y a hierba recién cortada, masajeando a sus ovinas amigas con una medalla en el cuello. Y atacó. Y nadie la pudo parar. Era el orgullo del pueblo, y de toda España. Era Maider Unda.

3 comentarios:

  1. Buenas y calurosas tardes

    Gran reseña de esta gran atleta y enhora buena por Maider quién le da a la madre patria su primer oro en la lucha olimpica. Esperemos y algun día la delegación mexicana pueda igualar esté gran ejemplo y no simplemente conformarse con solo ganar una medalla de oro y nada mas.

    Que estes bien y te invito a que me escribas en mi Blog. Nos vemos.

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  2. buena maider felicidades x la presea !

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  3. Gracias. Sobre Maider Unda:

    Ahora está de moda que los presentadores (y hasta los concursantes) de la televisión se pongan a ofrecer productos (hacer anuncios) en mitad de los programas.

    Pues bien, este lunes, durante la emisión de La Voz, Jesús Vázquez, anunciando unas clínicas dentales, dijo que él es miembro de ellas.

    También estos días, en un anuncio "de toda la vida" (entre 2 programas o dentro de una pausa de uno) he visto a la medallista olímpica Maider Unda diciendo que tuvo una lesión y que gracias a un seguro médico (el que publicita) se curó y pudo seguir mejorando como luchadora.

    El segundo caso parece ser real, verdadero, cierto. Pero en el primero me entran dudas (¿será porque este hombre anuncia varias cosas desde hace años?).

    ¿Qué dice la legislación española o europea al respecto de este tipo de anuncios de famosos que hablan de su vida privada (directamente, no a través de un personaje -actuando-)? ¿Debe ser cierto lo que dicen o se permite en algún caso alguna verdad "ficticia" (mentira o falsedad)?

    Y, en el caso de famosos actuando o caras desconocidas para el gran público: ¿se permiten más "informaciones hipotéticas" (datos no ciertos)?

    Se puede responder libremente (sin registro) en http://www.adslzone.net/postt353604.html

    Gracias

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